Todo se derrumbó en el PRI Aguascalientes / Vale al Paraíso
El análisis sereno de la catástrofe del Partido Revolucionario Institucional en la entidad, no requiere de tiempos reposados, temperaturas agradables, ni sentimientos tibetanos, para encontrar las fundadas causas, los sólidos motivos y la cristiana comprensión de la sanguinaria debacle; basta con poner frente al espejo a dos personajes que le secuestraron desde hace ocho años, suficientes para perder hasta la elección de la sociedad de alumnos de
cualquier secundaria.
La voracidad, el cacicazgo, la arrogancia, el avasallamiento y la incapacidad del matrimonio político de Carlos Lozano de la Torre y Lorena Martínez Rodríguez, llevó al PRI a la trágica tercera posición al obtener 23 derrotas y
cero victorias en las elecciones efectuadas en la entidad el domingo 1 de julio.
Lozano de la Torre le sumó al PRI su desprestigio, las bocanadas de corrupción, opacidad e impunidad, y la traición al partido en el gobierno que le permitió enriquecerse inexplicablemente, al enviar a sus cercanos a Morena para competirle al tricolor, como fue el caso de los candidatos Rafael Calderón Zamarripa, Luis Salazar Mora e Irma Karola Macías Martínez, hija de su compadre Goyo, recién defenestrado de la delegación federal de la Secretaría del Trabajo, por citar tres genuinos ejemplos.
Pero además, otra parte de su mísero capital político lo colocó en algunas candidaturas del PRI, como fue el caso del inefable Francisco Guel Salvidar, Israel Tagosam Salazar Imamura López (su compadre), Norma Guel Saldivar y la tóxica imposición de su hijo José Carlos en la diputación federal por el tercer distrito, donde un tráiler de doble caja —PAN y Morena— lo dejó como esas pieles de animales que los ricos suelen poner en el suelo, al pie de la chimenea.
Martínez Rodríguez supuso que el mundo era suyo, pero no fue así. Su carrera política venía en caída libre e imparable, partir de la segunda derrota en 2016.
En Veracruz, como delegada general del CEN, también salió derrotada, le entregó a su partido las peores cuentas al perder 58 alcaldías en las veraniegas elecciones municipales de 2017 y le dejó la mesa puesta a Morena para triunfar en los recientes comicios para gobernador.
Días después, el sábado 17 de junio, en conferencia de prensa celebrada en La Mestiza, anunció de manera altanera su candidatura al senado por el principio de mayoría relativa.
Corrieron los meses y el miércoles 20 de enero de 2018 se echó para atrás, informó que le “encantaría aparecer en las listas nacionales” y se comprometió a obsequiarle a su partido “210 mil votos” en Aguascalientes, aunque en 2016, en su calidad candidata a gobernadora, el PRI obtuvo 151 mil sufragios y el pasado 1 de julio apenas recabó 144 mil 216 votos, según el computo final. Dos meses después, el viernes 16 de marzo, el CEN del PRI la obligó a renunciar a la dirigencia nacional del Movimiento Territorial.
Vale al Paraíso recordar que el pasado miércoles 7 de febrero exhibí en este espacio la numeralia electoral de la abogada zacatecana. “Dos derrotas: una a diputada local en el distrito 4, en 1995, a manos del panista Anselmo Sotelo Mondragón, quien le ganó con casi 13% de diferencia, y otra a gobernadora en 2016; y una victoria a presidenta municipal de Aguascalientes, en 2010; es decir, su efectividad en las urnas es de tan sólo el 33%.
“El fracaso electoral se avizora. Hilvanará su segunda derrota en dos años, lo que significará una derrota cada doce meses. Diversos factores influirán para la debacle: la perniciosa alianza con el devaluado exgobernador Carlos Lozano de la Torre; el duro enfrentamiento con los opositores a la imposición del inútil presidente estatal tricolor Enrique Juárez Ramírez; y la nula productividad de los silvestres operadores políticos y territoriales lorenistas, empezando por Roberto Tavares Medina, Roberto Padilla Márquez y los incrustados en las delegaciones federales”.
Más adelante señalé que “visualizaba a una LM herida por el desaire de su candidato presidencial, al negarle un lugar en la lista nacional y enviarla al campo de batalla donde solamente pateará el bote, pero también preparada para devolver la afrenta recibida”, aunque nunca dimensioné que su venganza la arrastraría a las llamas del infierno al descender al tercer lugar de la contienda y perder la senaduría de primera minoría, desde donde soñaba con “presidir la Comisión de Comercio Exterior y Desarrollo Económico” de la Cámara de Senadores (Al Chile Aguascalientes, 03/04/2018).
Los números vigentes de Martínez Rodríguez y su peripatética banda grupera son vergonzosos: tres derrotas y una victoria; la efectividad en la urnas es, apenas, del 25 por ciento; no me puedo imaginar a Nissan contratando a una trabajadora con esa escasísima productividad, o a Cristiano Ronaldo fallando tres de cuatro penaltis.
Llegó el momento de guardar en las vitrinas del PRI Aguascalientes a Carlos Lozano, Lorena Martínez y los oxidados trofeos obtenidos en sus innumerables derrotas Los restos dejados por ellos deben descansar en paz. No merecen el vuelo de los zopilotes carroñeros, de los eternos perdedores, en el proceso electoral municipal a iniciarse en octubre.
Porque alguien debe de escribirlo: El viernes 18 de agosto de 2017, en su editorial radiofónico para BI, el ex gobernador Otto Granados anticipó para Aguascalientes la llegada de Morena a la segunda posición y la caída del PRI al tercer lugar por la imposición de Enrique Juárez Ramírez en la presidencia estatal del tricolor. Así ocurrió. Ni más. Ni menos.
marigra1954@gmail.com